
FOTOGRAFÍA EN EL PAÍS VASCO
En un museo de fotografía hay una caja vieja y oscura de un material parecido al cartón pero más resistente. Está destrozada, se le notan los años. Las costuras que sujetan la tapa están a punto de ceder y descubrir su interior. Dentro hay unas cámaras viejas, otras más nuevas y un puñado de fotos. También hay unos cuantos siglos resumidos en pocos centímetros cuadrados. Y hay hueco para un pedazo de Aristóteles, de Niépce y de Daguerre. En esta caja está concentrado alguien muy viejo con muchas experiencias y cambios en su vida. Una profesión, un hobby y un arte.
La primera fotografía tiene como protagonistas a unos hombres de aspecto helénico en una especie de ágora. Los griegos rodean a Aristóteles que, entusiasmado, les explica con palabras y dibujos algo sobre una cámara oscura. Este misterioso artefacto, al parecer, puede captar imágenes por un complejo a la par que simple procedimiento con una habitación oscura y un finísimo agujero de luz que entré en ella. El elemento seminal del que siglos más tarde sería una una revolución y enemigo directo de la pintura. Y ellos nunca lo sabrían.
La siguiente imagen es una imposible instantánea de un grupo formado por un alumno de Da Vinci, Wilhelm Scheele y Gilles Louis Chretien. Un italiano, un sueco y un francés. Parece un chiste pero estos tres hombres, cada uno en su época, dieron un gran paso para que la fotografía fuese al fin un hecho. El italiano con la primera publicación conocida sobre la cámara oscura; el sueco con su revolucionario tratado sobre la utilización de sales de plata y la importancia de la luz; y el francés con su máquina para hacer perfiles, el fisionotrazo. Todos ellos son los llamados precursores ideológicos de la fotografía.
La tercera instantánea es el símbolo de la fotografía. La primera prueba y la más clara de todas, la primera de los miles de millones que se harían hasta hoy en día. La Vista desde la ventana, de Niépce. Está considerada la fotografía más antigua que se conserva. Este hito en el mundo del arte y la cultura se consiguió con una cámara oscura durante 8 horas de exposición. Fue Daguerre quien revelo la imagen y el que tomó la iniciativa y siguió los pasos de Niépce tras su muerte. Daguerre logró lo que Niépce buscó y no encontró: solventar las largas horas de exposición. Así nacía el daguerrotipo.
Comenzaba así el ascenso del daguerrotipo a la hora de crear retratos en detrimento de la pintura, algo de lo que la burguesía dio buena cuenta. Otro hecho importante fue la invención del calotipo, obra de Talbot. Este método permitía imprimir los negativos de las fotografías sobre papel y daba la posibilidad de hacer copias. Esos negativos que nos daban cuando íbamos a revelar fotos, que nunca sabíamos qué hacer con ellos y acababan traspapelados por algún cajón, tuvieron su momento de gloria aunque ahora parezcan inútiles.
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